jueves, 3 de mayo de 2012

Encuentros de Puerperio


1er. Año de vida. Encuentros de Puerperio.
Existe un espacio falto de escucha.

Durante el 1er. Año de vida hay consultas que se hacen al pediatra que se llaman controles de rutina, o de niño sano en los que los padres llevan a sus hijos para ser supervisados por el profesional y éste debe evaluar  la adecuada evolución del niño y si sigue las curvas de peso y crecimiento acordes a su edad.
Hasta aquí todo va bien, y justamente como son de rutina  nadie piensa que deben generar alguna otra cosa, más  que  lo que normalmente tiene que esperarse.
Pero a lo largo de estos años de trabajo con mamas que transitan el PUERPERIO   he  ido observando que hay un espacio que nadie mira, y que guarda infinitas facetas que  enriquecerían el vínculo padres-hijo durante este primer año que es fundante del  crecimiento  de los  padres como tales y del hijo en su estructura como sujeto.

Me refiero a todo aquello no dicho porque no se sabe que puede decirse en ese lugar y en ese momento, y a ese profesional, porque no se crean las condiciones, porque no hay tiempo para hablar más que de lo urgente.
Entonces desde ambos lugares, desde el que consulta y desde el consultante, no se genera ni se espera que surja nada más que lo que siempre se escuchó cuando se aprendía cómo eran esas consultas.
Lo mismo sucede durante los controles del embarazo, cuando por falta de tiempo o por rutina se mide, se pesa, pero tampoco se genera un espacio para todo aquello que hace a una verdadera escucha  que trascienda  lo habitual.

 Entonces qué sucede, está la consulta donde todo va bien y termina rápido, o aquella en la que  surge algún problema con lo cual se focaliza la atención allí y el resto queda  lejos de la escucha.

Se pierde la totalidad, se pierde a la persona que consulta, y se focaliza la atención solo en aquello que hace síntoma. Se observan y se estudia  la enfermedad más que al paciente in situ.
Hasta parecería que si hay un síntoma tenemos de qué ocuparnos y contra qué  “luchar”.
Cuánto más si el paciente no es expresivo, no pregunta, no es reflexivo, le dona el saber al medico, que es aquel que tiene un saber técnico y teorico.
El profesional encuentra que con esas personas todo va más rápido.
Del lado de los padres hay un corrimiento, no son ellos los protagonistas de la consulta, solo escuchan y aceptan.
Cuando en realidad el verdadero protagonista es una dupla padres-hijo. Una totalidad en constante cambio.

Nadie, de ninguno de los dos lados se anima a la pregunta a dar un espacio a la palabra.

Es el profesional quien tiene el poder de saber, el de decidir, y los padres se lo entregan. Hay un intercambio pobre entre unos y otros porque hay supuestos previos que cierran la consulta.

No se mira al hijo  incluido en una   familia que consulta, se apunta al síntoma.  A la resolución rápida, que calma, que cierra, no hay una verdadera  interacción  entre partes, y en el medio queda el hijo una vez más.

Este texto intenta mostrar a los padres que durante el primer año de vida y de ahí en más necesitan enriquecer el vínculo con el hijo, mirarlo, detenerse, escucharlo, observarlo ,descubrirse a sí mismos como padres nuevos que se estrenan todos los días.

Y la consulta con el pediatra no debería ser un trámite mas, sino un espacio de  intercambio con un profesional que sabe de herramientas técnicas y teóricas, pero los verdaderos pediatras son Uds.  padres y madres en crecimiento.

Esto me ha permitido desarrollar desde hace algunos años los  Encuentros de Puerperio como espacios valiosos en los cuales las madres despliegan sus inquietudes y dudas a medida que crecen en el arte de ser madres. Alli con el tiempo necesario vamos desplegando diferentes actividades que permiten crecer y darse las manos las unas a las otras.



                             Lic. Graciela Vicente
                                    Febrero 2010.

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